"BAM-BAM" ZAMORANO, CAÍDO DEL CIELO

El ex delantero nerazzurro cumple 50 años: MondoFutbol recorre las etapas fundamentales de su carrera

MILAN - "La pasión y el temperamento siempre han estado en mis venas. Nadie nunca dejó el estadio diciendo: "Ah, si Ivan hubiera ido a por ese balón..." porque luchaba por todos". Cada aplauso, cada ovación de sus aficionados, Ivan Zamorano se lo ha sudado, sobre todo cuando llevaba la camiseta del Inter. Hoy cumple cincuenta años. Su cara parece llegar de otra época porque Ivan, orgulloso de su pasado indio, es un hombre profundo. Los aficionados nerazzurri no olvidan las cuatro temporadas y media que pasó en Milán. 

 
Llegó a los veinte años con la ayuda de su compañero de equipo, el uruguayo Nelson Pedetti, se había pasado una temporada entera para mejorar los cabezazos. Cuando era pequeño, en Maipú, en Santiago, solía correr a lo largo del pasillo de su casa para luego saltar e intentar tocar la lámpara con la cabeza. En el campo como en casa, sin miedo, con coraje y determinación. Todo empezó así. Y siguió su camino hacia Suiza, al San Gallo, dónde hoy en día cuando pronuncian su nombre se les pone la piel de gallina; y luego al Sevilla, en España. Marcaba, dominaba el área de penalti, y acabó fichando por el Real Madrid.
 
Llegó a Milán en el verano de 1996, después de haber rechazado al Bayern de Munich y haber convencido al más escéptico de los entrenadores: Jorge Valdano. "Nunca me equivoqué tanto como con él,  había infravalorado su enorme orgullo y la capacidad de arrastrar al equipo. Por no hablar de su elevación: él no saltaba, bajaba directamente del cielo" estas fueron las declaraciones del entrenador de los merengues- Para todo, en Chile, en España, en Italia, Zamorano es simplemente "Bam-Bam". Hijo de una manera típica de explicar el fútbol de Sudamérica, es una asonancia con su nombre, pero también una referencia a un personaje de los Picapiedras: pequeño pero fuerte, incansable y lleno de energía.
 
Caído del cielo "Bam-Bam" Zamorano. Los aficionados nerazzurri se dieron cuenta de esto muy rápido. En su primera temporada , el 19 de abril de 1997, después de haber marcado en el derbi de Milán (ganado 3-1) decidió también el partido contra el Cagliari cogiendo literalmente el ascensor en un centro de Ince y enviando un misil imparable. Ya no está en el pasillo de su casa ni tampoco hay lámparas que golpear. Ahora está en los campos de la Serie A  y viste la camiseta del club de sus sueños, el equipo en el que habían jugado sus "admirados" Helenio Herrera, Altobelli, Suárez, Facchetti y Mazzola. 
 
En la temporada 97/98 ayuda al Inter a volver a Europa. Lo hace como protagonista, decidiendo la primera semifinal contra el Spartak Moscú y desbloqueando el marcador del "Parque de los príncipes" en la final contra el lazio. La Copa Uefa es nerazzurra, pero también la celebran los aficionados chilenos, país en el que se convirtió en un ídolo.
 
El número 9 para Iván es un homenaje a su padre Luis, fallecido cuando Zamorano tenía trece años. La mayor de las injusticias, la desaparición de la persona que hizo que se enamorara del fútbol: su manera de vivir el juego, luchando por cada balón. En cada uno de sus goles estaba su padre Luis. En verano del '98, Bam-Bam cedió el dorsal 9 a su amigo Ronaldo, pero el 9 permanecerá siempre con él. Cogió el dorsal 18 y colocó un signo positivo entre el 1 y el 8: 1+8, la camiseta con la que el chileno conquistó el corazón de todos los aficionados. La Mítica, así es como él la llama, está colgada en su casa de Santiago, símbolo de una relación especial con su padre, con Chile y con el Inter. 
 
¡Muchas felicidades, Bam-Bam, dorsal 9 caído del cielo.
 
Carlo Pizzigoni y Davide Zanelli
 
 


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