ARMANDO PICCHI Y LA COPA DE CAMPEONES

La historia del capitán del "Gran Inter", líder de un equipo formidable capaz de ganarlo todo y de llevar los colores nerazzurri a la cima del mundo

MILAN - "La próxima vez la levanto yo". Tenía las ideas claras, Armando Picchi, capitán del Inter, mientras observaba en la televisión las imágenes del Milan-Benfica. Era el año 1963, la final de la Copa de Campeones y el crack nerazzurro prometió a uno de sus amigos un triunfo inédito, que en la historia del club todavía no se había dado. La anécdota, explicada en las columnas de la "Repubblica", resumía la personalidad de un hombre que contribuyó a difundir la imágen de Milán en el mundo. Gracias a la "Gran Inter", una auténtica máquina de fútbol, que para ser tan grande necesitaba a un gran capitán.


Una figura especial, irrepetible. Su historia empieza en "Bagni Fiume", en Livorno. Las aguas del Tirreno están cerca del primer campo en el que jugó Armando Picchi, que aprende a gestionar los rechaces del balón en un pequeño rectángulo de cemento. Nunca imaginó que un día, el estadio de la ciudad llevaría su nombre. Livorno permanecerá siempre en el corazón de Picchi: allí debutó como jugador y, años después, también como técnico. Posición, la de entrenador, que se impone desde el inicio. Le viene natural, porque la posición en la que le puso el "Mago" Helenio Herrera, la de "agente libre", le llevó a comprender mejor el juego.

Armando Picchi fue esto, el precursor de una posición que se convirtió en fundamental en el fútbol y fue sobre todo un líder . Tres scudetti, dos Copas de Campeones, y dos Copas Interncontinentales son la prueba de su grandeza como jugador. Al lado de él estaba el hombre, para el que jugar a fútbol en "Bagni Fiume" de Livorno, en "San Siro" o en el "Prater" de Viena era prácticamente lo mismo. Lo importante era tener la pelota y, un día, levantar la Copa. Y lo ha hizo dos veces.

Bruno Bottaro.


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