MILAN -Hombre además de jugador. La profundidad espiritual, la bondad del alma hacen de Daniele Adani una persona especial.Lo dicen todos los compañeros de equipo y de trabajo de Lele,todas las personas que se han relacionado con él. Os dirán también Javier Zanetti e Iván Ramiro Córdona,el núcleo del vestuario que se construyó en la era de Cúper; aquel que, como ha destacado varias veces el actual vicepresidente y el número 2 colombiano, fue la base para los grandes éxitos de Roberto Mancini y de José Mourinho. Y en aquel vestuario,denominado "Cueva", la presencia de Adani fue determinante.
Es el nacimiento del Inter de los sueños, la base de todas las victorias, años vividos con algunas alegrías en el campo y también algún sufrimiento deportivo, pero siempre fue un orgullo llevar la camiseta nerazzurra. Porque la historia del Inter es una historia de grandeza, pero la grandeza no se mide sólo y exclusivamente con títulos.
Para Lele, la llegada a aquel vestuario, a sus 28 años, fue la coronación de su carrera a pesar de que, en su primer año como nerazzurro, con Hombre Vertical en el banquillo, una hernia discal limitó sus números de presencias. Pero las palabras de Adani en relación al grupo y al entrenador siempre fueron de gratitud y afecto: "He aprendido -dijo a menudo- a gestionar polémicas y presiones en una plaza importante, sin perder el estilo, manteniendo siempre la dignidad".
El 2002/03 se cerró con una segunda posición, y la temporada sucesiva empieza con algún tropiezo que otro y con la llegada de Zaccheroni en el banquillo interista: para Lele la nueva posición de central en una defensa a tres, inédito de para él, pero una posición que lo estimula. Porque Adani, desde su época en el Módena, dónde empezó, siempre fue un apasionado del Juego, como demuestran hoy en día sus estadísticas. Un concentrado de pasión y trabajo que no se suelen ver. Sus anotaciones escritas rigurosamente con un bolígrafo de cuatro colores, después de horas de análisis de juego, viendo partido tras partido (y no penséis que sólo veía los campeonatos más grandes) definen una aproximación a la profesión que es sólo propia de los más grandes.
Y todo nace en el campo, es más, antes en la carretera, con los amigos de su ciudad natal de San Martino in Rio, cerca de Reggio Emilia, a los que está muy unido, y con los que pasaba horas jugando a fútbol, sin pensar que en el futuro llegaría el Inter y la selección italiana. Juega, piensa y aprende, Daniele.
La temporada de Zac acaba con el Inter en la cuarta posición y el acceso a la previa de la Champions League, con una victoria clave en Empoli. Allí, dónde Adani acabará sus últimos años en la Serie A. Vuelve a la provincia, dónde había empezado, antes en Módena y luego en Brescia, consiguiendo algunos récords como la primera e histórica clasificación europea del equipo toscano, y siendo un pozo de experiencia para los jóvenes en el vestuario.
La mente abierta de Lele vuela, imagina, construye, produce, inspira: es natural su éxito en el mundo de la comunicación de alto nivel, dónde no existen palabras vacías sino conceptos profundos, preparados, estudiados. El corazón de Adani viaja con frecuencia, espiritualmente,a Sudamérica, verdadera tierra de pasión para Lele. Porque allí se encuentra con el fútbol en su esencia, la genialidad del origen del fútbol y una "rebeldía", una voluntad de rebeldía de Lele: no es casualidad que su único ídolo fuera Muhammad Ali, un profeta del Novecientos, que acabó siendo boxeador.
"There is another alternative and that alternative is justice", decía The Greatest. Una frase que entró en el alma de Adani Daniele, llamado Lele. Un honor para él, un honor para el Inter haberlo visto con la camiseta del Inter, con aquel grupo que quizá no ganara pero hizo mucho más en nombre de la dignidad, el respeto, el estilo y con afecto es recordado con cada interista. Porque existe algo por encima de todo. Y no se llama scudetto o copa.
Carlo Pizzigoni
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