BUCAREST- Recién aterrizados en Bucarest, nos damos cuenta de que, a pesar del calendario diga que estamos en primavera, se respira un frío invernal durante todos los días que pasamos allí. Acomodados en la furgoneta del amigo Valy, pasamos por delante del imponente Palacio del Parlamento, el segundo edificio más importante del mundo, y dejamos atrás la ciudad a través de la única carretera del país. En el trayecto, la continuidad entre el gris del cielo y el verde de la llanura se interrumpe con los colores de las pequeñas viviendas a ambos lados de la carretera. El viaje hacia Ramnicu Valcea, donde más de 200 niños y sus instructores nos esperan, dura casi tres horas.
Llegamos a la casa que nos acoge rodeados de un paisaje rural y familiar, y nos reunimos con el staff local, coordinados por Lidia Dobre, presidenta de la Fundación Inima Pentru Inima, y por el responsable de los instructores locales Dumitru Telespan. Confirmamos el programa para los días sucesivos, entrenamientos con los chicos, juegos y muchas emociones. Emociones fuertes, como abrazar a los niños del orfanato, bromear con ellos mientras nos dirigimos al campo de entrenamiento, cantar el cumpleaños feliz a Yossuf, un niño gitano que vive con su madre y sus cinco hijos en una pequeña casa, con pocos recursos pero llena de amor, ver cómo se le ilumina la cara al recibir un pastel y un pequeño regalo.
Después de tres días en el área de Ramnicu Valcea, es hora de ir hacia el núcleo de Inter Campus en Slatina, un proyecto gestionado por Comunità Nuova en colaboración con Pirelli Tyres Rumanía, en el que participan más de 100 niños.
Visita il sito intercampus.inter.it
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