El Aeropuerto de Puerto Carreño es esencial: pocos metros separan la pista de aterrizaje de la recogida de equipaje. Nos esperan todos los niños de Inter Campus , que al vernos cantan el himno nerazzurro para saludarnos. No hay tiempo para saludarnos y ya estamos en la oficina de la Secretaria Regional del deporte, donde nos comentan que el fútbol no es el único deporte practicado en el gran centro que nos acoge: también se hace tenis, taekwondo y tiro con arco, disciplinas raras para estas regiones. Nuestro campamento, que se encuentra detrás de un gran edificio llamado 'Coliseo', es de hierba sintética. Faltan las vallas, pero ya se han construido dos puertas de acceso. Por respeto y superstición, todos las atraviesan antes de empezar a jugar.
En el campo se llevan a cabo los ejercicios técnicos y cognitivos, para que los niños colombianos estén siempre atentos. Y entonces la pelota se conquista a través del clásico juego 'piedra, papel o tijera', que en todo el mundo es un lenguaje universal. Las tardes pasan volando en el terreno de juego, toda la comunidad se ha involucrado con nosotros, llevándonos por las instituciones locales y con las familias de los niños. Estos últimos nos han honrado con una maravillosa sorpresa, planificando una cena con bailes locales y música. Fue un momento importante para explicar en detalle nuestro proyecto y habalr con los padres sobre la educación de sus hijos.
Antes de regresar, incluso la Policía Nacional ha querido hacerle un hueco a Inter Campus, y nos invitan durante su programa de radio retransmitido a nivel nacional. Juntos, somos testigos de cómo el fútbol puede ser una herramienta social importante y el juego es un derecho de los niños. Y, como dice nuestro coordinador local Ricardo Martinez, los derechos de los niños no son más que los deberes de los adultos.
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