La marca de fábrica de Inter Campus es la agilidad de adaptación, a veces recurriendo a soluciones improvisadas, otras enfrentándose a situaciones nuevas con espíritu de iniciativa. Sobre todo en fase de apertura de un proyecto, hay que adaptarse al contexto y encontrar la empatía correcta con los referentes locales para empezar un camino de crecimiento conjunto. Es necesario aportar orden y método aplicado a un realidad que suele estar desestructurada, compartiendo con los niños y entrenadores nuestra filosofía. No porque sea mejor sino porque sabemos que a largo plazo dará sus frutos, enseñando y divirtiendo.
Aquí en Teheran la aproximación al deporte y las diferencias culturales destacan de manera estrepitosa:encontrar un punto de equilibrio es un ejercicio estimulante y a veces,complejo. No es un problema de idioma: los gestos, las expresiones y el campo ayudan, junto a los traductores que exprimen al máximo el vocabulario técnico.
Sin duda el desafío principal es conseguir una proporción adecuada entre entrenadores y alumnos: antes de llegar Inter Campus, había un entrenador para cada 75 niños. A pesar de las ganas de proponer ejercicios, le era prácticamente imposible mantener una relación directa con los niños a causa del número de participantes. Entonces les propusimos divisiones en grupos para poder conocer a cada uno de los niños y poder trabajar juntos con el objetivo de mejorar en cada sesión.
Regresamos a casa conscientes del trabajo que nos espera en los próximos meses, por mail y por teléfono, hasta que volvamos a Teheran. Pero el paso más difícil ya lo hemos hecho.
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