MARACAJAU- De la tierra roja de Luanda en Angola, al pequeño rectángulo de cemento de la prisión de Bafoussam en Camerún. De la infinita extensión verde de Naggalama en Uganda, a Asunción, Paraguay, pasando por la tierra batida de Hergla en Túnez o las superficies duras y no demasiado modernas de los gimnasios de Europa del Este. A veces, raramente, algún campo sintético como el de Casablanca en Marruecos. La lista podría ser muy larga, más que una subida por la banda de Zanetti, pero un entrenamiento como el de ayer es, sin duda, uno de los más especiales.
Estamos en Maracajaù, región de Rio Grande do Norte, noreste de Brasil. Es un pueblo pequeño de pescadores, junto a Pititinga, donde desde hace años trabajamos con la Fundación Vida Pititinga. Hemos quedado a las ocho y media de la mañana delante de la casa Braz, el histórico entrenador local que junto con Romualdo, sigue de cerca a ochenta niños del proyecto. Un vistazo a la playa: la marea baja ha dejado una gran cantidad de espacio en la orilla. Así que, fuera calcetines y zapatos, y empezamos!Teníamos algunas dudas, por si los chicos se distraían, con el mar, la playa, las personas que están a todas horas, pero no. Conseguimos realizar un buen entrenamiento, a base de alegría y diversión.
La sesión terminó con abrazos, sonrisas y agradecimientos. Al fondo, los chicos de la capoeira, que, como nosotros, jabían decidido aprovechar este maravilloso lugar para practicar deporte por la mañana temprano. Esta vez somos nosotros los que damos las gracias a todos los niños, por esta experiencia tan hermosa. Muito obrigado!
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